Artista Plástica Colombiana

Las muy largas horas de Clementina Palacios

Clementina llegó en 1995 con un vestido morado a mi casa, el morado más morado del mundo. Le dije que la casa era grande y que había mucho trabajo. “Yo no le tengo miedo al trabajo, no…”; nunca se me olvidarán esas palabras. En su Puerto Nuevo natal (Chocó), Clementina lavaba oro para ganarse la vida y aprendió a poner inyecciones y pegar huesos (me consta que pegan) con emplastos hechos con hierbas. Hubiera querido ser enfermera.

Naturalmente LAS MUY LARGAS HORAS DE CLEMENTINA PALACIOS, no empiezan ni acaban en mi casa, pero durante el tiempo que estuvo, con su buen humor, su inteligencia, su tesón y su cariño, hizo la vida más fácil y más hermosa.

“Yo conozco las letras, pero no las sé hacer hablar”. Clementina aprendió a leer a los 50 años, ella aprendió a bordar esmerándose cada día más, ella levantó a sus 8 hermanos y sus 6 hijos, y se ocupa hoy en día de su mamá con Alzheimer en Puerto Nuevo. Clementina no es la única, como ella hay muchas que no se resignan ante la aplastante adversidad y además le hacen la vida mejor a todos los que las rodean.

Quise hablar de Clementina, de su trabajo, de su carga, de su risa, y de su Chocó hecho pedazos, como todos sabemos, por falta de presencia del Estado y por la minería. Y quise también, con sus bordados y mi pintura, hablar de nuestra relación, una relación que me abrió el espectro de las realidades de Colombia.

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