Cada obra es una hora en la vida de esta mujer que inspiró a la artista Vicky Neumann.
Por: Fernando Quiroz 10 de junio 2019 , 07:00 p.m.
¿A qué hora sueña Clementina? Después, quizás, de recoger las hierbas de azotea con las que traerá sabores ancestrales del Pacífico y encantará a los invitados.
¿A qué hora repasa Clementina, en el silencio de su mente, esas canciones que entonaba su madre cuando ella era apenas una niña? Después de bordar, tal vez. O mientras remienda un delantal con el que habrá librado mil batallas en la cocina pero que se niega a tirar a la basura.
¿A qué hora desempolva los trastos, a qué hora piensa en sus dioses, a qué hora macera las plantas medicinales con las que calma los dolores del cuerpo, a qué hora les saca brillo a las teteras de plata, a qué hora pica ajíes y ralla cocos, a qué hora recuerda el hermoso mar que la arrulló en su infancia?
Son largas las horas de esta mujer chocoana que se llama Clementina Palacios. Largas y coloridas. Largas e inspiradoras. Así, al menos, las hace ver la artista barranquillera Vicky Neumann en la muestra que por estos días se exhibe en la galería El Museo, en el norte de Bogotá.
Entré a ver la exposición atraído por el título, ‘Las muy largas horas de Clementina Palacios’, y encontré en esa suma de cuadros, de bordados y de rincones una fuerza sorprendente. Unos brochazos sin mesura. Una explosión de colores. Y en medio de estos elementos, de estas capas gruesas de pintura, aparece una mujer que realiza las labores de la casa, que deja perder la mirada quizás en el pasado, que utiliza con destreza sus manos, que sonríe con una timidez aprendida.
Ante la pintura preciosista y refinada, que rinde culto al detalle, siempre he preferido la que se desborda, la que no se mide, la que va más allá de los límites, la expresiva, la que le deja una parte del proceso creativo a la mente del espectador. Y la de Vicky Neumann es así. Porque en sus lienzos hay fragmentos de mar y de selva, hay pedazos de cielo azul, hay objetos que se adivinan y hay trozos de metal o de cerámica que no se sabe a ciencia cierta a qué corresponden, pero que forman parte del entorno y del mundo de Clementina Palacios… pero, sobre todo, hay pintura, hay color, hay trazos, hay fuerza.
Y Clementina y el mar y las hierbas que cuida y los bordados que realiza y los objetos que la rodean son una sola obra. Y cada obra es una hora en la vida de esta mujer que inspiró en la artista una pintura que vale la pena admirar.
@quirozfquiroz